lunes, noviembre 02, 2009

Desafío


Tratando de ser clara y puntual, sólo el Señor Dulce lo entenderá. En cuanto sepa de mis debilidades, hará caso omiso a su sentido común. No le importará cual sea mi decisión, aún así intentará poseerme.
Debo admitir que cuando lo miro suceden cosas extraordinarias. Bueno no veo gente muerta, sólo que se me caen las cosas de la mano porque tiemblo. Como si su presencia acabara con mis sentidos y mi coordinación.
Verlo me hace explotar internamente, creando una revolución de amor inmenso para ofrecer a ese santo corazón.
Mirarlo a los ojos es volar, flotar en la inmensidad de los océanos, sentir que su cuerpo roza el mio en un abrazo frío aún me hace desearlo más. A esperanzarme de cosas inexistentes.
Oiga usted:
Que tanto me quiere, y que está en cada momento. Escucheme bien porque sólo lo voy a decir una vez.
Soy una mujer, tengo miedo y soy más frágil de lo que usted piensa. Necesito, como dice Kinski, Amor. El más puro, baboso e incesante amor. Una llama que no debería apagarse a lo largo de la eternidad.
Meterse con quien le habla conlleva una gran responsabilidad, esta mujer da absolutamente todo, habla, dice, se equivoca, le cuesta pedir perdón, tiene gustos poco convencionales, es malcriada, mal hablada, odia el queso y la música de ascensor.
Así que el baile en el que se está metiendo no es una pieza sencilla. Una pieza distinta pero con mucho frenesí, con ganas de ser bailada en todos los extremos de la pista.
Si toma el valor, si acepta el desafío, le pido que me quiera, incluso ame. Porque esta señora lo va a querer tan intensamente que usted, al cabo de un tiempo prescindirá del oxígeno y comenzará a volar.
¿Toma el desafío?