lunes, septiembre 10, 2007

Recursos Del Pastillero

Ella comía scons. Todos los días a la tarde veía televisión y comía scons. Vi en su cara algo de desesperación, de desolación. Miraba canales de compras, donde se le venden a las personas cosas que no necesitan. Estaba encerrada en su vida, en su casa, su mundo. Rodeada de objetos inútiles adquiridos por servicio telefónico.
En el piso habían muchas tijeras. Con filo zig-zag, comunes, de costura, muchas de ellas desparramadas por el piso. El filtro de luz que entraba por sus ventanas era precario.
Años hacían que ella se encontraba allí sentada, comprando y comiendo scons. Nunca se casó, no salía ni a comprar. Sólo una señora se acercaba a ella por caridad. Le compraba víveres que ella dejaba pudrir a veces, pues no se levantaba por no dejar ningún producto sin comprar.
Sus manos estaban llenas de escamas y migas que se le enterraban en los pliegues. Su cara era una vela derretida, inexpresiva, como si se hundiera en si misma. Sus ojos eran como dos botones negros sin brillo, las comisuras de su boca estaban habitadas por migas y restos de otras comidas. Su cuello era inexistente y sus piernas estaban adheridas al sillón que la albergaba. El tiempo hizo que los tejidos de su cuerpo se adosaran al sillón.
Ella no veía sus pies. Las pocas veces que se había levantado se había cortado profundamente. Desde luego no lo hizo más. Y allí yace, con una ayuda vaga. Comprando cosas inútiles y comiendo scons.